divendres, 28 de febrer del 2020

0. ¿Nos Veis?


Recuerdo estar caminando por Malasia, de noche y con tanta infinidad de contrariedades en mi cabeza que me costaba respirar. Ya vuelve, pensé, la ansiedad. A estas alturas no puedo considerarla una extraña en mi vida. Casi podría decir que estoy haciendo las paces con ella. Y sin embargo todavía es un trabajo enorme gestionar todo lo que conlleva. Recuerdo estar en esas calles mal asfaltadas, llenas de hombres muy salidos que me hicieron mirar al suelo durante todo el trayecto a un fast food de la zona. Y también recuerdo esta idea. La de escribir para los que perciben hacia dentro, para los que no saben lo que es y también para mí misma. De lo invisible que resulta todo a ojos de una sociedad que solamente mira hacia delante. Todo esto que me ocurre, pensé, todo lo imperceptible que ocupa mi cerebro y que ahora también forma parte de un dolor físico inmensurable, es totalmente desconocido para la mayoría de personas que me rodean. Y entonces me di cuenta de que la palabra apropiada es esta: INVISIBLE. Lo invisible es muy frustrante porque no puede palparse, ni verse, ni sentirse a no ser que esté dentro de ti. Me di cuenta en el preciso instante en el que empecé la escuela primaria y todo a mí alrededor era totalmente abrumador. En el que observaba de una forma distinta, mucho más precisa, en el que le daba importancia a detalles muy concretos que los demás pasaban por alto. En esa época era frágil, callada, triste, autoexigente, sensible. Ya en esos años, la ansiedad se manifestó en repetidas veces y sin embargo desapareció de repente, sin comprender quién o qué era aquel monstruo aterrador que me asfixiaba por dentro y aparecía sin avisar. Entonces pasó el tiempo y cada vez tenía más interés en conocerme. Conocerme de verdad, hasta el fondo, está siendo un proceso muy largo y difícil pero totalmente necesario para desaprender. Pero sobretodo necesitaba entender todo lo que había sentido hasta ahora y toda aquella incomprensión ajena para empezar a atar cabos y empezar de cero. Descubrí un término curioso con el que me identifiqué de inmediato. Después de hacer muchos tests y de horas de investigación, asumí que era PAS. Según leí, Las Personas Altamente Sensibles presentan una variación genética llamada ADRA2b, caracterizada por tener un sistema nervioso más desarrollado y sensible. Las personas que presentan este rango son propensas a la depresión, la sobre estimulación sensorial, la saturación, los altibajos, la dificultad para procesar de forma ordenada gran cantidad de información, una gran intuición y mucha soledad. Cuando leí estas características pensé que había encontrado la solución a todos mis problemas. Por fin podía poner a nombre a lo que me estaba pasando. Pero después la realidad me golpeó de nuevo. Está bien, es muy probable que pueda definirme de esta forma, pero,  ¿y ahora qué? Quiero decir, si buscas la definición de PAS en internet, encontrarás una infinidad de blogs con extensos textos acompañados de ilustraciones muy bien hechas que remiten al arte y a la sensibilidad. No digo que me parezca mal. Digo que en todos ellos se repite un patrón de información que no va más allá de definiciones técnicas y de cuestionarios que te retan a poner a prueba tu propia forma de ser. También insisten en que no te sientas mal por este rasgo distintivo. Al contrario, ¡es maravilloso ser diferente y debes agradecer este don que te ha dado la naturaleza! Y es verdad que en cierta forma lo es porque percibes la realidad de una forma inexplicable sin necesidad de estupefacientes, pero si te está pasando, sabrás que no todo es de color rosa. Lo cierto es que no pretendo ir en contra de todos estos artículos ni de algunos libros de dudosa autoayuda  que encontré al respecto. No soy psicóloga ni pretendo serlo. Lo que trato de expresar es que necesitamos información real, valiosa, aplicable al día a día de los que no sabemos cuál será la lucha de mañana. Y lo mismo ocurre con otros estigmas que, por razones obvias, se prefieren enmascarar. Dime cuántas veces te han dicho que te pongas una pastilla debajo de la lengua para calmar tu ansiedad y, por el contario, cuántas de ellas te han preguntado acerca de ella. O cuántas veces te han juzgado por estar deprimida si hace un rato saltabas de alegría. Dime si realmente los demás se atreven a llegar hasta el origen para comprender lo que ocurre en nuestro interior. Todos los traumas, miedos y conductas que aparecen en nuestra infancia y que no afloran hasta años más tarde, cuando ya no tienes permiso para darles espacio. Recuerdo estar a punto de llegar a ese restaurante y llenarme la boca silenciada de impotencia. Claro, tampoco nos hablan del bloqueo ¿verdad? El bloqueo es un rasgo más de esta personalidad tan poco aposentada en el mundo moderno. Surge cuando tu cerebro se satura y no puedes articular palabra. Tu cabeza se convierte en un poso de pensamientos simultáneos tan ruidoso que no puedes hablar. Y esto, os lo juro, es literal. Otras veces ocurre que el simple hecho de generar una discusión te causa rechazo y prefieres no responder. Sea como sea, la impotencia es uno de los peores sentimientos que puedo llegar a experimentar. A veces me hace llorar y otras gritar por dentro y otras simplemente esto, callar, lo cual todavía  genera más frustración entre los que me rodean. Muchas de las injusticias que ocurren en el mundo me producen este rechazo y este pesimismo casi instalado en mi forma de ver las cosas. Lo sé, a estas alturas ya debes tener ganas de cortarte las venas, pero esto no es yahoo respuestas con cuatro tips baratos y una guía de meditación. Os estoy hablando de lo que nadie nos cuenta, de la parte fea de todos estos trastornos que se idealizan en las redes y de cómo una persona anónima como yo o como tú debe lidiar con ello sin conocimiento.Recuerdo haber querido escribir esto para generar empatía entre todas las personas silenciadas que se sienten invisibles en una cultura sobre estimulada y muy poco avanzada en la inteligencia emocional. Este término me lo enseñó una profesora de secundaria y causó un impacto decisivo en los años posteriores de mi vida. 



0. ¿Nos Veis?

Recuerdo estar caminando por Malasia, de noche y con tanta infinidad de contrariedades en mi cabeza que me costaba respirar. Ya vuelve, pe...